Límites: errores y estrategias
Artículo publicado originalmente en la revista Maestra Infantil Nro. 131 de España.
Por Claudia Amelia Amigo, Dra. en Psicología.
Límites
El niño muchas veces desafía al adulto ante un “no” o ante una orden, porque se encuentra en una etapa del desarrollo en la que todavía está descubriendo lo que está permitido y lo que no debe hacer, lo que es peligroso y lo que no lo es. Como su pensamiento es egocéntrico, no entiende por qué la realidad no es como él la ve, y reafirma su “yo” oponiéndose.
No poner límites es tan peligroso como castigar constantemente. Si a un niño no se le ponen límites, se le enseña que todo lo que quiere está permitido; entonces, se frustrará con facilidad y ejercerá la fuerza para obtener lo que desea.
Por otro lado, el niño castigado continuamente es un niño oprimido; con el tiempo, no se expresará por temor a equivocarse, su deseo estará en función del deseo del otro o, cansado del trato que recibe, terminará rebelándose con violencia.
Los padres y los maestros tienen un poder que determina hasta dónde el niño puede llegar. Los adultos, ante la dependencia natural del pequeño, deben orientarlo, para que tome conciencia de que todo en la vida no se puede conseguir. Deben estar a su lado en los momentos de miedo, de angustia y de espera. Pero también se detecta la dificultad de poner límites por recurrir a la violencia física y verbal, y a humillaciones.
Es necesario reflexionar… ¿Desde qué lugar el adulto pone límites? ¿Desde el amor, el respeto, la comprensión o la palabra firme? ¿O desde su impotencia, intolerancia, cansancio o su falta de autoestima?
Errores en la puesta de límites
- Con castigos: el castigo es punitivo. En cambio, la disciplina ayuda al niño a aprender la forma de comportarse según su edad. La disciplina corrige, el castigo genera dolor y hostilidad.
- Rigurosa: las sanciones son exageradas, por ejemplo, no dejar jugar a un niño durante una semana porque no ha estado en silencio cuando debía.
- Negativa: es la que no ofrece alternativas positivas en la corrección. El uso del “no” debe ir acompañado de lo que sí podemos permitir; por ejemplo, “Aquí no puedes jugar, pero en el otro rincón, sí”.
- La que hiere la autoestima: no recae sobre la acción a corregir, sino sobre la personalidad del niño al reprenderlo con frecuencia y acusarlo de “tonto”, por ejemplo.
- Con soborno: se espera que el niño cambie su conducta a cambio de un privilegio; por ejemplo: “Si te calmas, te doy chocolate”. El niño continuará con la conducta equivocada para conseguir un “regalo” y hacer lo que quiere.
- Sobre la base del enfado y la amenaza: genera temor, pero no el respeto hacia el adulto. El niño permanece “atado” a la falta del adulto más que a la propia.
- Para todos por igual: a todo el grupo se le quita un privilegio por la falta de uno.
Estrategias para educar con disciplina en Educación Infantil
A continuación, se citan algunas estrategias orientativas para conseguir un nivel adecuado de disciplina, porque sabemos que poner límites es un trabajo que no se puede simplificar con “recetas”, porque depende de los vínculos y de la elaboración interna.
- Usar palabras positivas con un tono amable, por ejemplo: “Por favor, habla más bajo”, en lugar de “¡No grites!”.
- Si tiene un berrinche, conviene que nos alejemos del niño para no irritarlo, pero permaneceremos en el mismo ambiente y le diremos que, cuando quiera hablar o jugar, lo estaremos esperando.
- Valorar el comportamiento positivo: “Me alegro mucho cuando, en vez de gritarme, me dices por qué estás enfadado”.
- Quitarle un privilegio al niño anunciándole las consecuencias. Por ejemplo, si el niño tira arena repetidamente a otros niños, pierde el privilegio de quedarse jugando y debe reparar el error pidiendo perdón; si destroza un juguete, pediremos a la familia que lo ayude a repararlo.
- Si se marca una pauta que el niño no quiere aceptar, le diremos lo que podrá realizar si sigue la pauta; por ejemplo, “Cuando termines de comer, podrás ir a jugar”.
- Proponer al niño hacer algo que le guste compartir con el docente; por ejemplo, jugar con plastilina o realizar un dibujo juntos.
- Corregir o evitar una acción del niño en un espacio próximo y no llamarle la atención desde lejos.
- Ante una situación de peligro, nos acercaremos físicamente al niño y lo apartaremos, mientras le explicamos con pocas palabras, acompañadas de gestos, el peligro (“¡Eso es malo!”, “¡Te puede doler!”).
- Sustituir un enunciado negativo por otro afirmativo. En lugar de “No juegas”, decir “Recoge el juguete y luego podrás salir al arenero” o “Cuando recojas el juguete y te sientes, continuamos con la actividad”.
- Asesorar a los padres sobre cómo marcar los límites en cada edad. Algunos padres le pegan en la mano al niño para que no toque un objeto, pero el pequeño, al no conocer aún cuáles son los elementos que no puede manipular, solo registra dolor y temor.
Para asesorar a los padres
- Los padres deben saber que un límite primordial es el que recae sobre situaciones edípicas y sexuales. El niño no puede dormir en la cama de sus padres o dar besos en la boca. Consecuentemente, no respetará los límites cotidianos, porque a sus padres ya no los concibe como autoridad, sino como a iguales.
- No deben desautorizarse entre ellos delante del niño.
- No deben poner un límite que será imposible de mantener.
- Deben “limitar” en función de un aprendizaje y no de impulsos o violencia (cachetes, tirar del pelo).
- Evitar corregir cuando el niño está desbordado, o con una rabieta; es mejor esperar a que recupere la serenidad.
- No se deben dar demasiadas explicaciones de un límite, porque el límite pierde su eficacia. Los límites tienen que ser claros y concisos.
- Evitar quitarle al niño alguna actividad relacionada con el deporte o la salud.
- Si la acción del niño ha herido física o emocionalmente a alguien, deben pedir al niño que repare la falta (por ejemplo, pedir perdón, o un pequeño detalle para disculparse, como un dibujo).
- Cuando, en el supermercado, el niño tenga un berrinche o se escape, conviene incentivarlo para que ayude a buscar y a colocar en el carro los productos que se van a comprar.
- Si un bebé tiene menos de 30 meses y tira el plato de comida, es porque quiere investigar qué pasa; entonces, se le puede ofrecer un objeto blando que pueda tirar mientras come.
- No mentir al niño. Por ejemplo, no decirle que no le compran más golosinas porque no tienen dinero cuando lo tienen.
- Poner límites es una forma de amar a los hijos. Hay etapas en las que es más difícil mantener la disciplina que en otras, pero es necesario no desesperar y ser constantes.
El límite es mejor aceptado por el niño cuando no solo se le indica lo que no debe hacer, sino también lo que puede hacer, y cuando se mantiene un vínculo afectivo con él.
Cuando el adulto se disponga a poner límites o se pregunte por qué no lo respetan como autoridad, debe preguntarse qué pasa con sus propios límites.
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